lunes, 11 de julio de 2011

SÁNCHEZ VÁZQUEZ



Alberto Híjar Serrano

Cuando narré al científico social Agustín Cueva mis impresiones del tímido profesor Sánchez Vázquez en los 60 con su portafolio del que extraía tarjetas con sus lecciones, me dijo que entonces era aún el Joven Sánchez. Fue a raíz de la muerte de Samuel Ramos en 1959 cuando compartió la dirección del Seminario de Estética con el Doctor Miguel Bueno, que su vida académica cambió. Mientras el Doctor Bueno llegaba en mangas de camisa y con las manos vacías,  el Maestro Sánchez Vázquez llevaba apuntes y libros para precisar los filosofemas de la Estética de Hegel escrita por sus alumnos y editada en francés en 2 tomos voluminosos. La crisis llegó el día en que advirtió nuestro arribo a un punto fundamental y le pidió su parecer al Doctor Bueno quien respondió que el punto en cuestión era tan débil y confuso que mas valía ignorarlo. Sánchez Vázquez recogió sus tarjetas y textos mientras manifestaba la imposibilidad de continuar el Seminario con tales desacuerdos. El seminario se dividió en dos y con Miguel Bueno sólo quedó Ramón Vargas interesado en la estética neokantiana. Tuvo que convertirse en cazador hasta topar con el Doctor Bueno en algún pasillo donde le recomendó leer para consultarle los problemas que fuera descubriendo. Por mi parte, pronto fui honrado como ayudante de la otra parte del Seminario donde pase una vergüenza inolvidable cuando por sorpresa el Maestro me pidió explicar la dialéctica del amo y el esclavo planteada por Hegel. Comprendí después que ahí está la clave del trabajo enajenado: el amo ordena y nada hace por sí mientras el esclavo cumple con la necesidad del otro. No bastaba con describir este proceso, había que transformarlo.
         La revista Dianoia tuvo que hacer una separata del breve texto sobre los Manuscritos Económico-Filosóficos de 1894 donde el Maestro Sánchez Vázquez probaba la reflexión de un texto marxista ignorado mientras escribía la primera versión de la Filosofía de la Praxis como tesis doctoral presentada en el examen de grado en 1966 con el elegante y escueto título de La Praxis que le valió una enconada replica del presidente del jurado José Gaos, el famoso ex rector de Madrid. El examen duró 5 horas y en la comunidad filosófica de la UNAM creció la certeza de que había que seguir al flamante Doctor que había brillado en su examen profesional. Sus cursos y el seminario crecieron en audiencia al encuentro de la crítica de todo lo existente. Quienes nos quejábamos de la ausencia de análisis concretos terminamos por comprender la abstracción como fundamento de la filosofía. Cuando en 1965-66 Sánchez Vázquez tradujo y difundió Dialéctica de lo Concreto de Karel Kosic, quedó claro que el extravío entre concreciones superficiales exige crítica profunda.
         El 68 sacó del closet al marxismo. Ya no hubo que nombrar los cursos evitando el pronunciamiento. Eli de Gortari, preso político, mantuvo su curso de Lógica Dialéctica, Sánchez Vázquez el de Estética y Wenceslao Roces, traductor de El Capital, el de historia, pero a la hora de encontrar las materias que había que cursar, se sabía de las posiciones políticas inocultables. “Tres fuentes y tres partes del marxismo en México” llamamos con asombro a los maestros por excelencia con una especie de apropiación paródica de Lenin. Estos juegos formaron una brillante generación setentera en la que estuvo un tal Rafael Guillén de quien dijo Sánchez Vázquez en una entrevista que había que contarlo entre sus discípulos. Memorable es la polémica de Sánchez Vázquez ya nombrado así como Sartre o Mariategui, con el neokantiano Guillermo Héctor Rodríguez que anunciaba su curso como Teoría del Conocimiento, conocer es crear. La discusión logro el milagro de llenar el ahora desmantelado y ruinoso Auditorio Che Guevara.
         Las ideas estéticas de Marx prueba que los sentimientos y los procesos de significación también exigen ser  liberados de los espiritualismos. Todo el último tercio del siglo XX, el libro publicado por la benemérita editorial Era, fue de lectura obligada por decenas de profesores encabezados por los del Colegio de Ciencias y Humanidades herederos del 68. La antología de Estética y marxismo dio a conocer la variedad reflexiva de una filosofía acusada de unilateral y dogmática cuando en rigor es la que da lugar a discusiones fundamentales como la relación del arte con la ideología, la decadencia y las vanguardias, la construcción del socialismo y de la ley del valor capitalista y sobre todo, la puesta en crisis de la verdad y la justicia.
         El tono discursivo de Sánchez Vázquez contó siempre con su saber literario. La claridad nunca fue oscurecida por la diatriba sino que concretó frases contundentes y brillantes, todo lo cual irritó a Octavio Paz en el coloquio patrocinado por Televisa donde el Maestro, invitado no grato pero necesario por su prestigio internacional, no permitió descalificaciones facilistas del autoritario poeta. Sobre esta base discursiva, Sánchez Vázquez promovió congresos, invitados famosos, procreó la Asociación de los Profesores de Filosofía ciertamente sin incluir a los de bachillerato que tanto difundieron su obra estética. 
         La crisis total y el decaimiento de la salud del maestro homenajeadísimo, han disminuido la discusión crítica a profundidad a cambio de la proliferación de mesas redondas donde triunfa el más ocurrente e instantáneo. Cuando Sánchez Vázquez firmó la propuesta de los eméritos para poner fin a la huelga más larga en la historia de la UNAM, sufrió con ellos el repudio. Recordé entonces cuando José Revueltas propuso reabrir las escuelas para construir autogobiernos en 1968, con el mismo resultado adverso de las asambleas. No era cosa de defender la propuesta en la Asamblea Estudiantil de principio del milenio por lo que fiel a su estrategia, Sánchez Vázquez mantuvo su cultivo de la abstracción profunda. De aquí su lección de vida incomparable con la de quienes se ostentan marxistas pero apoyan a burgueses charlatanes. Sánchez Vázquez no cayó en trampa alguna y de el tengo presente su recuerdo de cuando tuvo que posponer su formación literaria para incorporarse a la defensa de la Republica Española donde no pudo gozar del todo a Antonio Machado porque había que tener todas las alertas y voluntades para la guerra. En México decidió aportar la reflexión filosófica radical como nadie más. Hasta la Victoria Siempre Maestro Sánchez Vázquez.

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